Descanso y Sueño

En la sociedad en la que vivimos, lo hacemos cargados de constantes estímulos internos y externos que nos ponen en alerta y esto requiere, necesariamente, de periodos de descanso para prepararnos para nuevos retos.

Cualquier situación que nos ponga en alerta, va a desencadenar una respuesta por parte de nuestro sistema nervioso a la que llamamos estrés. Cuando el estrés se prolonga mucho en el tiempo y no damos el espacio necesario al descanso, este va a producir alteraciones en nuestro organismo.

Si no descansamos nos hacemos más susceptibles a enfermar, ya que nuestro sistema inmunológico se ve dañado, estamos más predispuestos a enfermedades digestivas y cardiovasculares, así como a padecer sobrepeso. Además, podemos sufrir pérdidas de memoria u otros problemas cognitivos.

Durante el sueño, las hormonas que se segregan son diferentes a las que se segregan en la vigilia, manteniéndonos saciados durante el sueño (liberación de leptina) y con más posibilidad de sentir hambre durante el día (liberación de ghrelina). Esto quiere decir que, si los ritmos de descanso se ven alterados, puede hacerlo también el apetito, provocando que comamos más y de peor calidad por la noche, momento menos adecuado para hacerlo o que, nuevamente, la calidad del sueño se vea alterada.

Además, una mala calidad del sueño y del descanso pueden favorecer la resistencia a la insulina y riesgo de diabetes y aumentar nuestros niveles de cortisol provocando un aumento de grasa corporal, principalmente abdominal. También puede provocar durante el día cansancio que va a disminuir nuestro gasto calórico y más dificultades para gestionar bien el apetito (en muchas ocasiones confundimos el cansancio con hambre).

En nuestra rutina de ejercicio físico, como comentábamos, puede hacer que el rendimiento disminuya considerablemente por cansancio, además de aumentar el riesgo de lesiones.

Llevamos escuchando mucho tiempo que son necesarias, mínimo, 8h de sueño, pero la calidad de horas es tan importante o más que la cantidad.

Para que el descanso sea óptimo es conveniente realizar algo de ejercicio moderado a lo largo del día, evitándolo en las últimas horas del día; llevar una dieta equilibrada y evitar las cenas copiosas, conviene dejar unas 2-3h de espacio entre la cena y la hora de acostarnos; evitar en las últimas horas del día bebidas excitantes como el café y el té e, incluso, el alcohol que, aunque es un depresor del sistema nervioso, altera la calidad del sueño; intentar llevar una rutina de horarios siendo todos los días similar la hora de acostarnos y levantarnos; intentar tener un espacio confortable, con buena temperatura y ausencia de luz y ruidos; evitar las pantallas de móviles y ordenadores, así como trabajar antes de dormir. También es interesante practicar alguna actividad como el yoga o el mindfulness.

Felices sueños.

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